Las canciones de Txema Mendizábal tienen la rara cualidad de resultar a la vez descarnadas y extraordinariamente cálidas. Tal vez sea debido a la dualidad de carácter que le confiere su procedencia del País Vasco y sus muchos años de residencia en València. El Mediterráneo se funde con el Atlántico, la luz del sol con el paisaje nublado, el hedonismo y desenfado con la nobleza y la sinceridad.